El actor

El actor
Gustavo Saffores

martes, 24 de junio de 2014

Crítica El País


Por Carlos Reyes

Mariana Percovich es la gran pintora de la escena uruguaya. Es decir, es la gran colorista que ha aportado innumerables escenas desbordadas, llenas de texturas, de fantasía y de tonos. Basta recordar el juego de penumbras de Juego de damas crueles, o el delirio escénico de fue El Vampiro en el Jockey. O su penúltimo trabajo, Proyecto Felisberto. Ahora, los martes y miércoles en La Gringa, la artista está presentando su montaje Algo de Ricardo, donde el espectador se vuelve a encontrar con su paleta poderosa, su capacidad para sumar sorpresas visuales, y su barroquismo en el vestuario.

Claro que dentro de su modo de trabajar el escenario, cada montaje cobra un perfil singular. En éste, una proyección al fondo domina la escena: allí se adelantan y sintetizan elementos que estarán a lo largo de todo este trabajo unipersonal del actor Gustavo Saffores. Como el título adelanta tímidamente, la obra juega con ir tras los pasos de Ricardo III, de Shakespeare, y a la vez sobre la imposibilidad de concretar en la actualidad ese cometido. Eso se adelanta en la gran pantalla que domina la escena, donde se ven fragmentos de restos arqueológicos vinculados a la historia del mayor dramaturgo inglés. 



Desde allí, Saffores realiza un trabajo en varios niveles de ficción, donde por un lado va en busca del personaje shakespeareano, por otro representa al propio actor en lucha con un supuesto director y un supuesto elenco, y también habla de sí mismo, de lo que podría ser la biografía en sí del intérprete. 

Detrás de ese juego a varios niveles está el texto de Gabriel Calderón, quien aprovecha esa plataforma comunicacional para despacharse sobre un montón de temas, entre los que sobresalen los entretelones del mundillo teatral, donde no falta la ironía sobre más de un asunto. Saffores transita por los distintos niveles del texto con corrección, superando las dificultades que implica los continuos cambios de código. El público joven parece encontrar cierto humor en el texto, o al menos cierta complicidad, que se hace notar a través de una risita corta, que acusa recibo de las ironías del autor y del actor. 

Sin duda, lo mejor de este espectáculo es el trabajo de Percovich, que con su modo de pintar las escenas aporta lo más jugoso del conjunto

sábado, 21 de junio de 2014

Sábado Show. Nos recomiendan


Por Mariangel Solomita

Es la tercera vez que Gustavo Saffores se instala en un escenario antes de que lleguen sus espectadores. Que los recibe, busca con sus gestos y miradas. Que destruye el cómodo escudo de la cuarta pared para proponer una forma distinta de hacer teatro, una forma que viene mudando sus trucos en la escena local desde los años `90 y que se reinventa cada vez con más frecuencia. En La Gringa Teatro, Saffores se adueña de una sala que con la luz prendida grita que William Shakespeare está muerto y que hay Ricardos III por todas partes.



No es una historia nueva. Como tantos otros artistas la doble vida de Gustavo Saffores sucedía en una oficina donde cumplía las ocho horas diarias. Era una oficina contable y fue su único trabajo hasta que un día, con una esposa, tres hijos y 40 años, lo perdió. Entonces jugó todo a la actuación. Algunas políticas culturales que implementó el Estado, dice, están permitiendo que algunos artistas puedan vivir de su talento. Por ejemplo el Programa de Fortalecimiento de las Artes de la Intendencia de Montevideo le permitió cobrar un sueldo durante seis meses mientras preparaba obras como Ex, que revienten los actores (Gabriel Calderón) o Proyecto Felisberto (Mariana Percovich). También ganó una de las becas del Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística que otorga el Ministerio de Educación y Cultura. Saffores está en un buen momento, lleno de confianza, por eso su noveno espectáculo junto a la compañía Complot, y el sexto bajo la dirección de Mariana Percovich, es un unipersonal en el que, la directora explica, "la estrella es Saffores, el centro es Saffores. Todos sabíamos que estábamos girando alrededor de ese planeta, porque es un actor que nos vertebra, porque está en un momento maduro, porque es una máquina de proponer y la frustración no lo tumba. Es joven y fuerte y tiene la resistencia para desplegar esta bestialidad que hace en escena". 

Es probable que Complot sea una de las compañías que mejor ha capitalizado el trabajo en equipo. Adrián Minutti, su productor, insistía en cruzar a algunos de sus miembros en un nuevo proyecto. Luego del éxito del fantástico Proyecto Felisberto, Percovich aceptó dirigir un texto escrito por Gabriel Calderón, actuado por Gustavo Saffores, y con el diseño de luces, espacio y vestuario en manos de Gerardo Egea. Los martes y miércoles por la noche, un actor rey recibe a los espectadores que se acercan a La Gringa. La luz se mantiene prendida. Le pide a algún recién llegado que se siente cerca. "Shakespeare está muerto. Mastiquen. Qué quieren ver", reprocha. Y se presenta, él es Gustavo, un actor al que le propusieron protagonizar Ricardo III, "cualquier actor mataría por un personaje así", escupe con mirada soberbia. Mientras recita un primer verso pidiéndole a estos desconocidos que presten atención al ritmo de las palabras, a la forma en que un actor hoy debería interpretar un texto escrito en 1592, a sus espaldas una pantalla gigante proyecta la imagen de un esqueleto torcido, hallado hace dos años en un estacionamiento londinense: los restos físicos de Ricardo III. Sus otros restos, los de la leyenda de su seducción maliciosa, de su ambición desmedida y la capacidad de devorarlo todo, están ahí, "en cada oficina", opina Percovich, "todos conocemos a un Ricardo". El triángulo que se encargó de traducir este clásico teatral para un Uruguay 2014, observó con atención los acercamientos que el cine intentó con este personaje pero, sobre todo, hay un nombre que se repite como la referencia más fuerte: el Kevin Spacey que interpretó al rey loco en 2011 en una obra teatral dirigida por Sam Mendes, y en la televisión, en su rol protagonista de la serie House of Cards. Mendes dijo que transformó a su Ricardo en un político contemporáneo, la serie terminó el trabajo, lo sacó del castillo y lo arrastró a la Casa Blanca; Calderón convirtió la ambición de un rey en la ambición de un actor. Recuerda el dramaturgo que el primer lineamiento para este proyecto fue trabajar sobre el cuerpo masculino y el cuerpo femenino. "Estaba un poco apalabrado que fuera con Ricardo III porque a mí me interesaba `el mito del desvío`. Así le llamo a entender si Ricardo es torcido o se tuerce, si la deformidad es algo que se acreciente no solo en lo físico sino como mal; cuál es la matriz de Ricardo, si es una maldad que tiene un humano o es un humano que se vuelve malo. Por otro lado, como en el teatro isabellino los actores hombres interpretaban los roles femeninos, me daba la oportunidad de jugar con la mirada del hombre sobre las mujeres. Con ese material empecé a escribir. Mi motivación era intentar tocar algo de este Ricardo clásico". 

Calderón escribió una obra de más de tres horas, que entregaba por partes mientras Percovich y Saffores ensayaban con tranquilidad en el Teatro Stella. "Fueron 50 ensayos. Yo tenía pánico pero tenía la confianza suficiente para decirle a Mariana lo asustado que estaba y ella me respondió que tampoco tenía idea de para dónde ir. Como dice Levón, nos animamos a fracasar. Hasta que en un momento nos empezamos a despreocupar de Shakespeare, nos empezamos a despreocupar de la dramaturgia de Gabriel y nos quedamos en un mano a mano de actuación. Generamos mucho material que ella reordenó en una obra de una hora y media. Definimos que había un Ricardo III que es el histórico, que está en escena, y había un Gustavo III que es quien actúa y quiere desarmar al director de su compañía para tomar el poder." 

A medida que Gustavo actúa a Ricardo, su esencia lo va tomando, lo convierte en un actor cínico, autosuficiente, capaz de voltear a sus compañeros con los discursos más crueles. "Mi reino por un espectador inteligente", ironiza. También habla de elencos estables en decadencia, de críticos miopes y premios mal otorgados, de actrices viejas que deberían estar cociendo medias y no actuando. "Yo me identifico con ese actor. El trabajo del actor tiene mucho de ambición, ego y exposición, cada uno lo maneja como quiere y como puede. Yo creo que hay actores que sí matarían, en un sentido figurado, por hacer un personaje como Ricardo. El actor siempre quiere ser el protagonista. Aunque estas líneas son parte de la transformación del personaje, sí podemos pensar que el medio teatral es terrible", opina Saffores. 

El propio Gustavo, con parte de su historia familiar, se transformó en el hilo conductor que halló Calderón para unir sus intereses. "Yo tenía por un lado que a este Gustavo III le gustaban más los personajes femeninos de la obra que los masculinos. Por otro lado cómo un actor hombre se enfrenta a Ricardo III personaje, luego la idea de lo difícil que es traducir el verso y mantener la dinámica del pentámetro yámbico. Y por último lo difícil que es mantener la atención del espectador. Entonces tomé algunos roles, mecanismos, cuestiones familiares de Saffores y los moví para que sirvieran para la teatralidad". Un golpe que ayuda a resquebrajar la famosa cuarta pared de ese teatro que este grupo de artistas respeta, pero descarta. 

Shakespeare está siempre cerca, sostiene Saffores, pero hay que destruirlo y volver a armarlo. "A mí los clásicos me interesan mucho, pero no los monto de una manera de reproducción. Me parece que al clásico hay que tocarlo para que la platea contemporánea se comunique bien. Yo admiré mucho lo que hizo Héctor Manuel Vidal con Pericles, con Gatomaquia, me deslumbró su cantidad de recursos; tenía una libertad juvenil para montar los clásicos que es muy saludable, porque el espectador de hoy es distinto, se ha ido modificando. A mí él me enseñó a observar al público. Me fijo cómo se sienta, cómo mira, cómo cambia su postura, qué dice, y todo eso lo uso para trabajar porque al final uno no trabaja para autoexpresarse, trabaja para dialogar con el espectador." Percovich nombra a Roberto Suárez y habla de cómo sus obras son capaces de meterse en el cerebro de quién las ve. "Estar hoy uno con otro es muy difícil y ese es el desafío del teatro hoy: agarrar a un espectador y hacer que se quede contigo." 

Todos los mecanismos que emplea Algo de Ricardo se encaminan a derribar la cuarta pared: la ilusión tiene un terreno cercado con alambres eléctricos. Saffores, por ejemplo, interpreta a cinco personajes, tres de ellos son mujeres - "a mí me aburren las obras con pocos actores, así que esto de que interpretara a más personajes fue una manera de no aburrirme escribiendo", confiesa Calderón-. "Como Saffores, Gustavo y Ricardo son de una masculinidad muy potente decidimos trabajar el cuerpo masculino atravesado por el femenino. No que hiciera de mujer, sino que se apropiara del cuerpo de la mujer." Para lograr esa conversión Saffores se apoya en una excelente propuesta de vestuario. Así puede componer a la Reina Margarita vistiendo solo una falda, a Lady Anne usando un corset, o a la Reina Margarita poniéndose una gorguera y un poco de maquillaje blanco y colorado. Saffores entra y sale de los personajes femeninos que su Gustavo III prefiere ante los masculinos, "otro Ricardo que vale más que mil Ricardos", "ni siquiera Ricardo tiene un monólogo tan contundente", lanza con fastidio luego de demostrarle al público la grandeza de las líneas de la Reina Margarita. 

Este retrato del rey jabalí (así le llaman en el texto original asociándolo a un animal que devora lo que encuentra en su camino), escapa a la imposición física de la joroba y la deformidad del personaje histórico. Aunque Saffores entre y salga de los dos hombres déspotas a veces encorvado, a veces no, esta decisión podría ser considerada como una postura política de la obra, emparentada a los enfoques de las protagonizadas por Spacey, pero también por la consciencia de la necesidad de una renovación conceptual desde los cerebros creativos teatrales. Dice la directora,"los iconos populares han evolucionado. Los villanos y los cuerpos van mutando porque hoy estamos atravesados de tatuajes, injertos, cuerpos alterados, y eso de alguna manera te hace ver al otro desde otro lugar. Lo deforme cambió de sentido, lo desviado cambió de sentido. El género se ve atravesado por otros componentes nuevos y vos como creador contemporáneo no podés ignorarlo."

martes, 17 de junio de 2014

Entrevista a Mariana Percovich

Camila Cibils conversa con la directora y dramaturga Mariana Percovich, quien actualmente presenta "Algo de Ricardo" en La Gringa Teatro. La obra es un unipersonal escrito por Gabriel Calderón, inspirado en la obra "Ricardo III" de William Shakespeare, protagonizado por Gustavo Saffores.


domingo, 15 de junio de 2014

Crítica El Observador


Teatro para masticar

La obra de Gabriel Calderón, dirigida por Mariana Percovich, realiza un juego de muñecas rusas entre Ricardo III y otros temas, apelando a una bajada de línea frontal.

Por Fernanda Muslera






sábado, 7 de junio de 2014



presenta ​ 
ALGO DE RICARDO 
::: Percovich + Saffores + Calderón ::: 
Inspirado en Ricardo III de William Shakespeare 
 ESTRENO / 11 de JUNIO / LA GRINGA TEATRO



Algo de Ricardo es una obra del dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón inspirada en el poderoso texto Ricardo III de William Shakespeare, bajo la dirección de Mariana Percovich. La versión apunta a visitar los mecanismos del poder contemporáneo, las relaciones del actor con el espectador y del teatro con su público. A partir de revisar tanto la prosa como el verso, los mecanismos de representación del teatro isabelino y la mirada del género sobre los personajes, vamos conociendo a un actor al que han invitado a protagonizar Ricardo III y que tiene tantos obstáculos para llegar a su meta, como lo tuviera el famoso personaje de Shakespeare. 

:: Historia y antecedentes :: 
Después de una larga relación de trabajo de Gustavo Saffores con COMPLOT (Morir, Playa Desierta, Lluvia Irlandesa, Or (Florencio a Mejor Actor), Chaika, Ex, Pentesilea, Tebasland y Proyecto Felisberto) y frente a una necesidad de crear proyectos que reúnan a los directores de la compañía, nace el proyecto del unipersonal con uno de los actores emblemáticos de COMPLOT.

Algo de Ricardo será el sexto espectáculo que realizará Percovich con Saffores dentro de COMPLOT.

Percovich tiene una larga experiencia con los unipersonales. Su carrera comenzó en 1995 con el premiado Te Casarás en América (con Andrea Fantoni) que se presentó en varias ciudades del mundo en los años 90. En el 2000 el unipersonal Ayax (con Claudio Castro) sobre el poema de Heiner Müller la coloca como una de las mejores directoras del cambio de siglo; el unipersonal recorre festivales de Argentina, Brasil y Chile. En 2003 dirigió Yocasta (con Elisa Contreras), su propio texto para una actriz, que ha tenido exitosas versiones en francés (Montreal), preparándose en la actualidad una nueva versión por parte de una directora uruguaya. En 2009 escribe y dirige su monólogo Medea del Olimar (con Bertha Moreno) premio de dramaturgia para un solo actor del CCE, un espectáculo que además de la temporada en Montevideo representa a Uruguay en el Festival del Monólogo de México. En 2012 escribe y estrena dos unipersonales que se presentan en simultáneo: Clitemnestra (con Marisa Bentancur), falso monólogo griego/ Agamenón (con Iván Solarich), presentando los dos puntos de vista sobre el asesinato de Ifigenia para los espectadores divididos por géneros.

ALGO DE RICARDO 
::: Percovich + Saffores + Calderón ::: 
Inspirado en Ricardo III de William Shakespeare 
 ESTRENO / 11 de JUNIO / LA GRINGA TEATRO 

Actor: Gustavo Saffores 
Dramaturgia visual: Miguel Grompone 
Diseño: Gerardo Egea 
Productor: Adrián Minutti 
Estreno: junio de 2014 
La Gringa Teatro (18 de julio 1236)