El actor

El actor
Gustavo Saffores

viernes, 5 de diciembre de 2014

Nominaciones a los premios Florencio 2014

Mejor Espectáculo del año
Mejor dirección 
Mejor actor Gustavo Saffores 
Mejor banda de sonido 
Mejor texto de autor nacional Gabriel Calderon 

domingo, 9 de noviembre de 2014

Siguen las funciones: Radical Calderón y Circuito Cultural Paulista

En noviembre del 2014 Algo de Ricardo se presenta en dos funciones en el Radical Calderón, festival COMPLOT y en seis funciones en el Círcuito Cutural Paulista, San Pablo, Brasil.









jueves, 4 de septiembre de 2014

Terminó el Festival y quedó un sabor a Latinoamérica | La Patria

Terminó el Festival y quedó un sabor a Latinoamérica | La Patria:



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"A propósito de Ricardo III, que en realidad se llamó Algo sobre Ricardo, es una adaptación soberbia. De lejos el mejor unipersonal o monólogo. Inteligente dirección de Mariana Percovich que supo combinar la capacidad de un magistral protagonista con las posibilidades que da la pantalla".


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Más repercusiones en Manizales, Colombia


La edición 36 del Festival de Teatro de Manizales que finalizó el domingo estuvo llena de imágenes poéticas, como la muerte de una Ofelia cubierta por una suave corriente de agua en la obra boliviana ‘Hamlet de los andes’, y también de frases demoledoras: “El amor es la mejor arma que tenemos los hombres para acabar con las mujeres”, decía el actor Gustavo Saffores en el unipersonal ‘Algo de Ricardo’. 

Con México como invitado de honor y con un ciclo dedicado al dramaturgo inglés William Shakespeare, el evento reunió a 87.000 espectadores en las funciones de sala, calle y en la Carpa Circo, que tuvo una programación diaria dedicada a este género.



En esta edición, el festival continuó con su apuesta de mostrar las propuestas de las principales figuras del teatro latinoamericano y además reflejó el buen momento de la escena colombiana, con obras como ‘Ositos de goma’, del Teatro R101, y ‘Matando el tiempo’, de La Maldita Vanidad. “Apuestas de riesgo por la innovación en los lenguajes, homenajes a la tradición teatral del continente, encuentros teóricos, trabajo en red de 26 festivales internacionales invitados, dejan el sabor de un festival en permanente ebullición, que logró generar el asombro frente al hecho escénico”, aseguró el director del evento, Octavio Arbeláez. 


Algo de Ricardo', de Uruguay En los años recientes, el uruguayo Gabriel Calderón ha logrado una conexión especial con el público manizaleño por obras como 'Mi muñequita', 'Ex: que revienten los actores' y 'La mitad de Dios'. 

Este año, Calderón estuvo como dramaturgo con la obra 'Algo de Ricardo', en la que volvió a desplegar ese potente discurso que lo ha convertido en una de las principales figuras del teatro latinoamericano. 

Con dirección de Mariana Percovich, este unipersonal es una versión contemporánea del clásico 'Ricardo III', de William Shakespeare, en la que un actor ambicioso relata cómo destruye las relaciones del grupo que pretende montar la obra. 

El actor Gustavo Saffores dio un verdadero recital en esta pieza del grupo Complot Teatro, en la que además de encarnar al arrogante protagonista, también interpreta algunos monólogos del relato original de Shakespeare.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Algo de Ricardo en El Espectador de Colombia


Gustavo Saffores se apropia del texto de dramaturgo Gabriel Calderón inspirado en la obra de William Shakespeare. Esta iniciativa escénica se exhibió en la edición XXXVI del Festival Internacional de Teatro de Manizales. 

Por Juan Carlos Piedrahíta

'Algo de Ricardo' es un monólogo pero durante la puesta en escena el actor no está solo en el escenario. Gustavo Saffores es el encargado de apropiarse del texto de Gabriel Calderón inspirado en la historia de Ricardo III, de William Shakespeare. La propuesta de la compañía uruguaya Complot Teatro se nutre de elementos tecnológicos y recurre a algunos desarrollos alternativos, como proyecciones audiovisuales, para mostrar diversas tensiones existentes en las tablas. El diálogo entre el actor y su propio cuerpo, las fricciones entre el personaje y un supuesto director, así como las conversaciones con un elenco ficticio, hacen que el montaje adquiera aristas. 



Seis espectadores espontáneos hacen parte del montaje. No tienen parlamento, ni vestuario, solo deben acompañar al actor sobre la tarima para que él pueda llevar a cabo sus parlamentos. Ellos marcan el límite geográfico que impide que Saffores rebase la frontera imaginaria y están allí como integrantes de un colectivo teatral que debe sacar adelante una versión más de 'Ricardo III'. La dirección escénica está a cargo de Mariana Percovich, quien se ha destacado por exhibir iniciativas de teatro unipersonal recurriendo a las capacidades histriónicas de sus guiados. De esta manera ella cuenta historias y demuestra que en las artes escénicas existen las texturas y las posibilidades.

Detrás de esa paleta de colores planteada por la directora y más allá de la dramaturgia audiovisual de Miguel Grompone, está el texto de Gabriel Calderón, quien aprovecha las habilidades del actor y los alcances del teatro shakespereano para despacharse sobre temas puntuales que preocupan a los actores contemporáneos. Gustavo Saffores les saca partido a la ironía y a la sátira que vienen desde el libreto para potencializar sus recursos y convencer al público de una sola verdad: él es capaz de representar a Ricardo III, de ponerse en la piel de un actor exigido y de marcar los ritmos de una escena. 

Tal y como lo plantea el título del montaje de Complot Teatro, compañía invitada a la edición XXXVI del Festival Internacional de Teatro de Manizales, la obra establece una dinámica lúdica al querer ir tras los pasos de Ricardo III, pero también al pretender aproximarse a la vida de William Shakespeare, y a la vez deja sobre las tablas la imposibilidad de concretar los contenidos del teatro isabelino en un tipo de espectáculo actual. Por eso, el material audiovisual que se exhibe en la gran pantalla, ubicada como fondo de toda la escena, muestra fragmentos de restos arqueológicos vinculados a la historia del genio inglés. 

"El cuerpo del actor, que se apropia de los personajes que debe representar, el cuerpo del dramaturgo que se traduce en el libreto y asimila un texto clásico. Los elementos de la escena: audio, luces, imágenes, vestuarios y objetos son manipulados por un solo actor sobre el escenario. Esas son las características principales de 'Algo de Ricardo' de Complot Teatro", asegura Gustavo Saffores quien asumió el reto de abordar un monólogo y adquirió los suficientes recursos histriónicos para mantener cautivo al espectador. Él realiza un trabajo en varios niveles de ficción, porque por un lado va en busca de las características de una invención shakespeareana, pero por otro representa al propio actor en la lucha con un supuesto director y con un elenco inventado. 

En la superficie, 'Algo de Ricardo' es un montaje unipersonal. En la profundidad, es una propuesta con matices, aristas y texturas que reivindica el impacto de un texto generoso y el poder de una actuación contundente

domingo, 31 de agosto de 2014

Crítica en Manizales






Vicky Salazar
LA PATRIA | MANIZALES

Gustavo Saffores, actor de la compañía Complot Teatro de Uruguay, interpretó la obra Algo de Ricardo, del dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón inspirada en el texto Ricardo III de William Shakespeare. 

La obra unipersonal, dirigida por Mariana Percovich, es la historia de un actor quien fue invitado a personificar a Ricardo III. Las vanidades, la falsa modestia y la humildad impostada, comunes en el ser humano, son mostradas con humor. El personaje conversa con el público, crea una atmósfera de complicidad, mientras trata de superar los obstáculos que se le anteponen para lograr hacer realidad su cometido: interpretar a Ricardo III. Intrigas, manipulaciones, dramas que como al mismo Ricardo III se le presentaron en su momento, para llegar a gobernar. 

Para ver 

Saffores interpreta a diversos personajes de la monarquía inglesa. Es de destacar los parlamentos en verso y prosa antigua que dan una idea del teatro shakespeariano, pero con el lenguaje contemporáneo, adaptado a la sociedad actual sin dejar de mostrar que los comportamientos se repiten a través de las épocas. Como dice el actor hay que reinventar a Ricardo, darle algo de sí mismo. Ese carácter que le imprime el protagonista es lo que hace al personaje original, un hombre que se enfrenta a todos para llegar a su meta.


La escenografía hecha mano de la tecnología. Proyecciones visuales evocan los espacios palaciegos de la época, ambientes naturales o la historia del exhumación de los restos de Ricardo III, que muestran su malformación ósea, le dan un ambiente moderno al montaje. Pretextos que dejan ver la amargura de quien vivió el horror del permanente dolor físico y la rabia de sus frustraciones que lo llevaron a un constante guerra, interna, y con el mundo.

El actor se viste ante el público para cambiar de personaje, adopta la personalidad de quien interpreta como si de una sala de ensayos se tratara. Y para finalizar despide al público pidiendo que abandone la sala uno a uno y con calma.Esta es una obra para ver y disfrutar. 

La actuación de Gustavo Saffores, actor de la compañía Complot Teatro, entregó una pieza actoral que el público agradeció con largos aplausos y ovaciones.

Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA 

viernes, 29 de agosto de 2014

miércoles, 27 de agosto de 2014

Ya estamos en Colombia. El equipo cansado pero el jabalí llegó con toda la fuerza. Algo de Ricardo + Tebasland + Complot.
¡Hay equipo!
 


El rey ha llegado. Precaución: jabalí pronto para devorar lo que encuentre a su paso.

El viaje a Colombia para presentarnos en el Festival Internacional de Teatro de Manizales.
El jabalí, el gran mimado.






viernes, 15 de agosto de 2014

Crítica de "Brecha"

Las caras del jabalí 


Por Ana Laura Barros

Patrice Pavis reflexiona en su libro La puesta en escena contemporánea: 2013 sobre el esplendor y la miseria de la interpretación de los clásicos. Cita a Hemingway, para quien un clásico es un libro que nadie quiere leer pero todo el mundo quisiera haber leído. Sigue recordando a Italo Calvino, que decía que el lector siempre afirma estar realizando una segunda lectura de un clásico. 


En Algo de Ricardo, escrita por Gabriel Calderón y dirigida por Mariana Percovich, la diana va más allá de todo intento de versión, adaptación o relectura, pues tanto dramaturgo como directora trabajan desde los ecos o los restos de un Ricardo III que sobrevuela la memoria del espectador desde algún sitio: el recuerdo de alguna lectura, puesta teatral, adaptación cinematográfica o apropiación contemporánea (sin ir más lejos el personaje de Kevin Spacey en House of Cards). O tal vez el reto sea la construcción de un nuevo Ricardo que se despliega ante sus ojos, en el aquí y ahora de la escena.

viernes, 8 de agosto de 2014

Entrevista a Gustavo Saffores


En una nueva entrega de “Seré Curioso”, César Bianchi entrevista a Gustavo Saffores, actor ganador de un Premio Florencio que habla sobre Shakespeare, el paralelismo de “Algo sobre Ricardo” con “House of cards” y aquel público que se siente “estafado”.



Por César Bianchi


Si usted no es amante del teatro y ve las fotos que le tomó Juan Manuel López para esta entrevista, el rostro de Gustavo Saffores seguro le resultará familiar, pensará que lo conoce de algún lado. Después se dará cuenta que lo tiene visto de dos comerciales de TV: uno de Ancap y otro de UTE.

Pero si usted sí es de los que deambula por las plateas del teatro vernáculo, sabrá que Saffores es un actor dramático con peso propio y terreno ganado a base de esfuerzo y dedicación. Y una pasión por su vocación que hace que diga que tele, teatro o cine da igual. Lo importante, para él, es actuar.

En cualquier caso, este padre de familia de 41 años (Tomás de 12, Salvador de 7 y la bebé Olivia, que nació 10 días antes de "parir" su unipersonal "Algo de Ricardo" de Gabriel Calderón y Mariana Percovich en La Gringa), es el mismo tipo que se subió a un bondi repleto con un Florencio en sus manos. Y viajó parado.

martes, 24 de junio de 2014

Crítica El País


Por Carlos Reyes

Mariana Percovich es la gran pintora de la escena uruguaya. Es decir, es la gran colorista que ha aportado innumerables escenas desbordadas, llenas de texturas, de fantasía y de tonos. Basta recordar el juego de penumbras de Juego de damas crueles, o el delirio escénico de fue El Vampiro en el Jockey. O su penúltimo trabajo, Proyecto Felisberto. Ahora, los martes y miércoles en La Gringa, la artista está presentando su montaje Algo de Ricardo, donde el espectador se vuelve a encontrar con su paleta poderosa, su capacidad para sumar sorpresas visuales, y su barroquismo en el vestuario.

Claro que dentro de su modo de trabajar el escenario, cada montaje cobra un perfil singular. En éste, una proyección al fondo domina la escena: allí se adelantan y sintetizan elementos que estarán a lo largo de todo este trabajo unipersonal del actor Gustavo Saffores. Como el título adelanta tímidamente, la obra juega con ir tras los pasos de Ricardo III, de Shakespeare, y a la vez sobre la imposibilidad de concretar en la actualidad ese cometido. Eso se adelanta en la gran pantalla que domina la escena, donde se ven fragmentos de restos arqueológicos vinculados a la historia del mayor dramaturgo inglés. 



Desde allí, Saffores realiza un trabajo en varios niveles de ficción, donde por un lado va en busca del personaje shakespeareano, por otro representa al propio actor en lucha con un supuesto director y un supuesto elenco, y también habla de sí mismo, de lo que podría ser la biografía en sí del intérprete. 

Detrás de ese juego a varios niveles está el texto de Gabriel Calderón, quien aprovecha esa plataforma comunicacional para despacharse sobre un montón de temas, entre los que sobresalen los entretelones del mundillo teatral, donde no falta la ironía sobre más de un asunto. Saffores transita por los distintos niveles del texto con corrección, superando las dificultades que implica los continuos cambios de código. El público joven parece encontrar cierto humor en el texto, o al menos cierta complicidad, que se hace notar a través de una risita corta, que acusa recibo de las ironías del autor y del actor. 

Sin duda, lo mejor de este espectáculo es el trabajo de Percovich, que con su modo de pintar las escenas aporta lo más jugoso del conjunto

sábado, 21 de junio de 2014

Sábado Show. Nos recomiendan


Por Mariangel Solomita

Es la tercera vez que Gustavo Saffores se instala en un escenario antes de que lleguen sus espectadores. Que los recibe, busca con sus gestos y miradas. Que destruye el cómodo escudo de la cuarta pared para proponer una forma distinta de hacer teatro, una forma que viene mudando sus trucos en la escena local desde los años `90 y que se reinventa cada vez con más frecuencia. En La Gringa Teatro, Saffores se adueña de una sala que con la luz prendida grita que William Shakespeare está muerto y que hay Ricardos III por todas partes.



No es una historia nueva. Como tantos otros artistas la doble vida de Gustavo Saffores sucedía en una oficina donde cumplía las ocho horas diarias. Era una oficina contable y fue su único trabajo hasta que un día, con una esposa, tres hijos y 40 años, lo perdió. Entonces jugó todo a la actuación. Algunas políticas culturales que implementó el Estado, dice, están permitiendo que algunos artistas puedan vivir de su talento. Por ejemplo el Programa de Fortalecimiento de las Artes de la Intendencia de Montevideo le permitió cobrar un sueldo durante seis meses mientras preparaba obras como Ex, que revienten los actores (Gabriel Calderón) o Proyecto Felisberto (Mariana Percovich). También ganó una de las becas del Fondo de Estímulo a la Formación y Creación Artística que otorga el Ministerio de Educación y Cultura. Saffores está en un buen momento, lleno de confianza, por eso su noveno espectáculo junto a la compañía Complot, y el sexto bajo la dirección de Mariana Percovich, es un unipersonal en el que, la directora explica, "la estrella es Saffores, el centro es Saffores. Todos sabíamos que estábamos girando alrededor de ese planeta, porque es un actor que nos vertebra, porque está en un momento maduro, porque es una máquina de proponer y la frustración no lo tumba. Es joven y fuerte y tiene la resistencia para desplegar esta bestialidad que hace en escena". 

Es probable que Complot sea una de las compañías que mejor ha capitalizado el trabajo en equipo. Adrián Minutti, su productor, insistía en cruzar a algunos de sus miembros en un nuevo proyecto. Luego del éxito del fantástico Proyecto Felisberto, Percovich aceptó dirigir un texto escrito por Gabriel Calderón, actuado por Gustavo Saffores, y con el diseño de luces, espacio y vestuario en manos de Gerardo Egea. Los martes y miércoles por la noche, un actor rey recibe a los espectadores que se acercan a La Gringa. La luz se mantiene prendida. Le pide a algún recién llegado que se siente cerca. "Shakespeare está muerto. Mastiquen. Qué quieren ver", reprocha. Y se presenta, él es Gustavo, un actor al que le propusieron protagonizar Ricardo III, "cualquier actor mataría por un personaje así", escupe con mirada soberbia. Mientras recita un primer verso pidiéndole a estos desconocidos que presten atención al ritmo de las palabras, a la forma en que un actor hoy debería interpretar un texto escrito en 1592, a sus espaldas una pantalla gigante proyecta la imagen de un esqueleto torcido, hallado hace dos años en un estacionamiento londinense: los restos físicos de Ricardo III. Sus otros restos, los de la leyenda de su seducción maliciosa, de su ambición desmedida y la capacidad de devorarlo todo, están ahí, "en cada oficina", opina Percovich, "todos conocemos a un Ricardo". El triángulo que se encargó de traducir este clásico teatral para un Uruguay 2014, observó con atención los acercamientos que el cine intentó con este personaje pero, sobre todo, hay un nombre que se repite como la referencia más fuerte: el Kevin Spacey que interpretó al rey loco en 2011 en una obra teatral dirigida por Sam Mendes, y en la televisión, en su rol protagonista de la serie House of Cards. Mendes dijo que transformó a su Ricardo en un político contemporáneo, la serie terminó el trabajo, lo sacó del castillo y lo arrastró a la Casa Blanca; Calderón convirtió la ambición de un rey en la ambición de un actor. Recuerda el dramaturgo que el primer lineamiento para este proyecto fue trabajar sobre el cuerpo masculino y el cuerpo femenino. "Estaba un poco apalabrado que fuera con Ricardo III porque a mí me interesaba `el mito del desvío`. Así le llamo a entender si Ricardo es torcido o se tuerce, si la deformidad es algo que se acreciente no solo en lo físico sino como mal; cuál es la matriz de Ricardo, si es una maldad que tiene un humano o es un humano que se vuelve malo. Por otro lado, como en el teatro isabellino los actores hombres interpretaban los roles femeninos, me daba la oportunidad de jugar con la mirada del hombre sobre las mujeres. Con ese material empecé a escribir. Mi motivación era intentar tocar algo de este Ricardo clásico". 

Calderón escribió una obra de más de tres horas, que entregaba por partes mientras Percovich y Saffores ensayaban con tranquilidad en el Teatro Stella. "Fueron 50 ensayos. Yo tenía pánico pero tenía la confianza suficiente para decirle a Mariana lo asustado que estaba y ella me respondió que tampoco tenía idea de para dónde ir. Como dice Levón, nos animamos a fracasar. Hasta que en un momento nos empezamos a despreocupar de Shakespeare, nos empezamos a despreocupar de la dramaturgia de Gabriel y nos quedamos en un mano a mano de actuación. Generamos mucho material que ella reordenó en una obra de una hora y media. Definimos que había un Ricardo III que es el histórico, que está en escena, y había un Gustavo III que es quien actúa y quiere desarmar al director de su compañía para tomar el poder." 

A medida que Gustavo actúa a Ricardo, su esencia lo va tomando, lo convierte en un actor cínico, autosuficiente, capaz de voltear a sus compañeros con los discursos más crueles. "Mi reino por un espectador inteligente", ironiza. También habla de elencos estables en decadencia, de críticos miopes y premios mal otorgados, de actrices viejas que deberían estar cociendo medias y no actuando. "Yo me identifico con ese actor. El trabajo del actor tiene mucho de ambición, ego y exposición, cada uno lo maneja como quiere y como puede. Yo creo que hay actores que sí matarían, en un sentido figurado, por hacer un personaje como Ricardo. El actor siempre quiere ser el protagonista. Aunque estas líneas son parte de la transformación del personaje, sí podemos pensar que el medio teatral es terrible", opina Saffores. 

El propio Gustavo, con parte de su historia familiar, se transformó en el hilo conductor que halló Calderón para unir sus intereses. "Yo tenía por un lado que a este Gustavo III le gustaban más los personajes femeninos de la obra que los masculinos. Por otro lado cómo un actor hombre se enfrenta a Ricardo III personaje, luego la idea de lo difícil que es traducir el verso y mantener la dinámica del pentámetro yámbico. Y por último lo difícil que es mantener la atención del espectador. Entonces tomé algunos roles, mecanismos, cuestiones familiares de Saffores y los moví para que sirvieran para la teatralidad". Un golpe que ayuda a resquebrajar la famosa cuarta pared de ese teatro que este grupo de artistas respeta, pero descarta. 

Shakespeare está siempre cerca, sostiene Saffores, pero hay que destruirlo y volver a armarlo. "A mí los clásicos me interesan mucho, pero no los monto de una manera de reproducción. Me parece que al clásico hay que tocarlo para que la platea contemporánea se comunique bien. Yo admiré mucho lo que hizo Héctor Manuel Vidal con Pericles, con Gatomaquia, me deslumbró su cantidad de recursos; tenía una libertad juvenil para montar los clásicos que es muy saludable, porque el espectador de hoy es distinto, se ha ido modificando. A mí él me enseñó a observar al público. Me fijo cómo se sienta, cómo mira, cómo cambia su postura, qué dice, y todo eso lo uso para trabajar porque al final uno no trabaja para autoexpresarse, trabaja para dialogar con el espectador." Percovich nombra a Roberto Suárez y habla de cómo sus obras son capaces de meterse en el cerebro de quién las ve. "Estar hoy uno con otro es muy difícil y ese es el desafío del teatro hoy: agarrar a un espectador y hacer que se quede contigo." 

Todos los mecanismos que emplea Algo de Ricardo se encaminan a derribar la cuarta pared: la ilusión tiene un terreno cercado con alambres eléctricos. Saffores, por ejemplo, interpreta a cinco personajes, tres de ellos son mujeres - "a mí me aburren las obras con pocos actores, así que esto de que interpretara a más personajes fue una manera de no aburrirme escribiendo", confiesa Calderón-. "Como Saffores, Gustavo y Ricardo son de una masculinidad muy potente decidimos trabajar el cuerpo masculino atravesado por el femenino. No que hiciera de mujer, sino que se apropiara del cuerpo de la mujer." Para lograr esa conversión Saffores se apoya en una excelente propuesta de vestuario. Así puede componer a la Reina Margarita vistiendo solo una falda, a Lady Anne usando un corset, o a la Reina Margarita poniéndose una gorguera y un poco de maquillaje blanco y colorado. Saffores entra y sale de los personajes femeninos que su Gustavo III prefiere ante los masculinos, "otro Ricardo que vale más que mil Ricardos", "ni siquiera Ricardo tiene un monólogo tan contundente", lanza con fastidio luego de demostrarle al público la grandeza de las líneas de la Reina Margarita. 

Este retrato del rey jabalí (así le llaman en el texto original asociándolo a un animal que devora lo que encuentra en su camino), escapa a la imposición física de la joroba y la deformidad del personaje histórico. Aunque Saffores entre y salga de los dos hombres déspotas a veces encorvado, a veces no, esta decisión podría ser considerada como una postura política de la obra, emparentada a los enfoques de las protagonizadas por Spacey, pero también por la consciencia de la necesidad de una renovación conceptual desde los cerebros creativos teatrales. Dice la directora,"los iconos populares han evolucionado. Los villanos y los cuerpos van mutando porque hoy estamos atravesados de tatuajes, injertos, cuerpos alterados, y eso de alguna manera te hace ver al otro desde otro lugar. Lo deforme cambió de sentido, lo desviado cambió de sentido. El género se ve atravesado por otros componentes nuevos y vos como creador contemporáneo no podés ignorarlo."